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Gastronomía

          La gastronomía de la Villa cuenta con un plato muy típico, propio de la Navidad y de Semana Santa; se trata del rebozao, plato hecho con tajadas de bacalao, rodajas de patata y hojas de borraja que, tras ser enharinadas y fritas, se cuece al fuego lento de la lumbre con un refrito de ajo, perejil y almendras.


          Las tortillas de espárragos trigueros y de cardillos se prodigan por ser productos propios del lugar. En cuanto al producto de la matanza de los cerdos, destacan los jamones, lomos embuchados y embutidos (chorizo, salchichón, morcilla y farinato), la lengua y el solomillo secos, etc. todo hecho con las más artesanales técnicas del saladero, el caldo del adobo e incluso el ahumado en las anchas chimeneas de campana.




          Las ovejas producen un excelente queso de calidad puro de oveja, fácil de conseguir en las dos lecherías de la Villa e incluso en algunas casas particulares donde aún se use la cuajada de hierbas. El cordero que se puede conseguir es de excelente calidad y sabor. Tradicionalmente el cordero y el cabrito se consumían, preparados en diversos modos, los grandes días de fiesta.



          Para la festividad de Las Candelas se hacen los típicos hornazos, rellenos de tajadas de lomo, chorizo y jamón de cerdo. Son famosos por su enjundia y vistosidad. Se comían el 2 y 3 de febrero. Hoy se fabrican en todo el año.

          Los dulces típicos son, como en otras partes de Salamanca: mantecados, mantecadas, galletas de nata, bollos, flores, rosquillas, obleas. Especial mención merecen los dulces basados en la almendra: los riquísimos repelaos, el queso de almendra, las garapiñadas y las almendras fritas. Todos estos dulces acompañaban cualquiera de los convites privados o públicos que se celebraban. Aún es posible conseguirlos en las panaderías de la Villa.